Acabo justo de iniciarme en la trompeta. Esa es la verdad. Una muy modesta trompeta que espero me sirva bien para mis primeros aleccionamientos, y que venía con una baratija de boquilla 7C (que he leído que es el modelo más indicado para los principiantes), con la cual me he venido sirviendo cerca de un mes hasta adquirir esta bella maravilla con el fin de que, si por bien es, me acompañe durante mi carrera (que, tal y cómo la llevo, y mis ganados progresos, auguro muy longeva, enriquecedora y apasionada). Dado que no soy un entendido en la materia, no puedo entrar en comparativas, pero sí decir que a mis incipientes labios y pulmones no les ha costado apenas aclimatarse a la nueva embocadura; cuestión que, por cuanto me ha satisfecho, he sabido celebrar. Como puerta de entrada de la trompeta que es la boquilla, y lejos de toda osadía, he entendido la importancia de la misma, dado que lo que en ella sucede es lo que se traslada al resto del instrumento; de ahí que haya apostado fuerte y haya escogido este divino modelo, delicado y robusto a la par, que bien parece ser obra de un orfebre.
Bien. Ahora ya no me quedan excusas: Yamaha es Yamaha, y todo depende de mi pericia; por lo que estoy contentísimo con mi compra y sus desafíos. Otra cosa no puedo decir. Solo me resta practicar y practicar; lo cual es estupendo. ¡Loor!