Lo primero que destaca en estas armónicas es su construcción. Sus placas exteriores son muy fuertes y no se deforman al agarrarlas ni por golpes fortuitos o presión en el transporte. Es conveniente transportarlas en el estuche original que incluyen o en otro habilitado para ello.
Son fácilmente desmontables para su mantenimiento: limpieza, re-afinación, alineamiento de lengüetas, limpieza del peine de madera… pues todo el conjunto está ensamblado con sólo cuatro tornillos de estrella.
Se puede considerar también una armónica dura en la forma en la que hemos de respirar, pues para que empiece a sonar cada nota debemos ejercer una presión mayor que en otras armónicas. Para mi gusto, esto proporciona mayor control y “pegada” del sonido y facilita el trémolo de garganta-diafragma. Sin embargo esta resistencia inicial a sonar puede dificultar el uso de otras técnicas como el overbending (sobresoplado y sobreaspirado) para las cuales es conveniente además alinear ciertas lengüetas previamente, desmontando el instrumento.
En cuanto al sonido, es brillante, compensado y muy dulce, aunque hay que recordar que la armónica empieza en el diafragma del ejecutante…
La durabilidad de las lengüetas (antes de que la desafinación sea patente) también depende mucho de las técnicas empleadas, la higiene bucal, no tocarlas “en frío” y de un mantenimiento correcto sobre todo al terminar de usarlas (siempre sacudirlas contra la palma de la mano para eliminar saliva y condensación).
En resumen, son un buen instrumento, con una buena relación calidad/precio.